ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Recuerdo perfectamente ese día especial en el que nuestros labios se encontraron por primera vez, fue un momento tan ligero y delicado que parecía flotar como una pluma en el aire. Todo parecía tan perfecto en aquel verano mágico del 2002, cuando éramos solo unos niños de once años pero nos comportábamos como adultos, brindando con vasos de plástico y cantando sobre el eterno amor. Bailábamos en medio del bosque al ritmo de viejas canciones en un Mustang, rodeados de amigos de la infancia que compartían nuestra alegría y complicidad.
Recuerdo esos días como si fuera ayer, con 99 problemas que desaparecían al cantar juntos y decir adiós. Y aún ahora, bajo las sábanas, me siento transportado a aquellos momentos de juventud, cuando todo era posible y el amor parecía la respuesta a todo. Somos más que amantes, somos cómplices y apoyo mutuo en este camino de la vida. Entre abrazos y risas, recordamos aquella época dorada en la que éramos tan inocentes y libres, cantando a pleno pulmón y sintiendo que éramos invencibles.