ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En el ranchito de las memelamas se vivió una tragedia que quedó grabada en la memoria. El coraje y la valentía de dos cabezas destacaron entre los cobardes que desataron la violencia, dejando un amargo recuerdo en la historia.
El 18 de julio de 1984, en medio de bailes y celebraciones, la balacera estalló sin control. Delfino Chaidez intentaba calmar los ánimos, instando a enfocarse en la alegría del momento. Pero Tino Quintero tomó las riendas, decidido a hacer justicia por Rigo Armenta, quien cayó bajo una lluvia de balas.
La violencia sin límites se desató, sin marcha atrás. Tino Quintero demostró su destreza y determinación, enfrentando a sus enemigos con firmeza. Incluso cuando la munición escaseaba, su voluntad de hierro lo mantuvo en pie hasta el final.
Con un saludo sincero, se despide esta historia de San Francisco y el Comedero. Así se cierra el corrido de Juventino Quintero, un relato de coraje, tragedia y valentía en un ranchito perdido en la memoria.
