ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En una historia antigua que se narró hace tiempo, se veían tus pestañas moverse al compás de mi corazón. Tu aroma quedó grabado en mi mente, cada beso llevaba consigo el sello de tu labial. Me enseñaste a confiar, me quitaste los guantes y tatuaste mis manos con cariñosos deseos. Siempre suavizaste mis heridas y nunca te burlaste de mis defectos.
Acepté mis imperfecciones como parte de lo humano, me acercaste más a Dios tomándome de la mano. Recuerdo cortejarte y ese primer beso, dejaste una marca profunda en mi pecho. Me llamabas odioso por ser crítico, luego te fuiste y me heriste a tu manera. Aún siento tu presencia al recostarme en el sofá, si no te hubieras marchado, no derramaría lágrimas por ti.
Le pido al diablo que termine mi sufrimiento, ya no te veo y el tiempo nos consume. Cada noche le cuento a este papel nuestra historia de amor, fuiste mi confidente, mi última oportunidad. Un amor apasionado de verano adolescente, a tu lado me sentía eterno aunque fuera por breves instantes. Soy Adán sin Eva, mordiendo la manzana, tú eras mi alma gemela, mi ansiedad busca tu nombre.
Me encuentro luchando contra la corriente, preguntando a la gente si alguien te ha visto. Entre tú y yo, guardamos todo en un baúl, y yo mantengo la esperanza por los dos. Una voz sabia me dice que debo rendirme, ella se marchó. Una voz insistente me insta a levantarme y buscarla hasta saciar mi sed.
Le cuento a todos que estoy bien, que te olvidé con otra persona, aunque en realidad el dolor persiste. Sin ti, mi vida carece de sentido y el miedo me invade. Me escudo en la risa y te convierto en mi excusa. Reconozco que no te merezco, que mi amor por ti no fue genuino. Nunca supe amar sin intensidad. No regreses, pues nunca podré amarte, me encargaré de enamorar a muchas más...
Carta de un Anónimo. ¡Ah, sí! ¡Vamos!