ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En una tranquila tarde, Gordo Ricardo se sumergió en la lectura del diario mientras disfrutaba de la melodiosa voz de Gardel en un viejo casete. Anhelaba con fervor encontrar un trabajo que le permitiera escapar de su barrio, aunque su pasión por la cerveza rivalizaba con su amor por el tabaco.
Decidió dar un paso audaz al llamar a unos amigos, convenciéndolos de que ya era dueño de una próspera empresa. Juntos formaron una peculiar banda, liderada por el intrépido Gordo, cuyas acciones estaban siempre cubiertas por capuchas y armas.
La empresa de Gordo Ricardo creció rápidamente, atrayendo a más de treinta cómplices y hasta tres mujeres encargadas de manejar las finanzas. Sin embargo, el éxito fue efímero, ya que las fuerzas del orden empezaron a buscar al Gordo, quien hábilmente se evadió de sus persecutores.
En una osada maniobra, Gordo Ricardo decidió viajar a Europa con su familia, desapareciendo sin dejar rastro. Su banda, desorientada y sin líder, pronto cayó en desgracia, siendo encarcelados por la policía.
Desde entonces, se tejieron múltiples relatos sobre el destino de Gordo Ricardo: algunos creen que falleció, otros afirman que se dedica a escribir, e incluso hay quienes aseguran avistarlo disfrutando de una cerveza o ejerciendo la violencia en un bar local.
En la comunidad, Gordo Ricardo se ha convertido en una leyenda, recordado con reverencia por los ladrones que le encienden velas. Mientras se difunden las historias sobre su paradero desconocido, el Mero Mero cierra el relato con un enigmático saludo.