ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Desde la ventana de mi hogar, observo la playa desierta, antes bulliciosa y ahora bañada por la lluvia. Te veo allí, sin paraguas, sin protección, paseando con desenfado en medio de una tarde de julio, pero con frío y truenos como compañeros. ¿Qué esperas realmente? ¿Que te mire, que te seque, que me quede contemplándote mientras compartimos la alargada sombra de la luna, esperando juntos la llegada de un cometa fugaz o un platillo volante?
Mientras tanto, la playa llora en silencio, y desde mi refugio grito hacia ti, imaginando abrazarte, deseando acompañarte. Sin embargo, el consejo del médico resuena en mi mente, instándome a no quitarme el abrigo, a mantenerme alejado de ti. Aunque lo deseo con todas mis fuerzas, me veo obligado a negarme, enfrentando mi propia vulnerabilidad y aceptando las decisiones que he tomado.
A pesar de que continúo anhelando algo que nunca fue real, las voces en los bares me aseguran que es algo arraigado en lo más profundo de mí, una resistencia a ser amado, una necesidad de ser abrazado sin dejar que el cariño entre. Y mientras rompo todas tus fotografías, sigues llamándome, planteando la incógnita de quién carece de la valentía para marcharse, quién elige permanecer y soportar en lugar de optar por la libertad que conlleva la despedida.
