ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En esta hermosa melodía de Leonard Cohen, se nos invita a un viaje emocional a través del baile, guiados por la intensidad de un violín ardiente. La música nos lleva a superar el caos interno, hasta sentirnos seguros y protegidos. Nos eleva como una rama de olivo y nos transforma en una paloma que nos lleva de vuelta a casa. Nos sumerge en la esencia misma del amor, explorando sus límites y revelándonos su belleza cuando no hay testigos presentes.
La letra nos transporta a lugares remotos y nos hace sentir la pasión y la energía desbordante de la antigua Babilonia. Nos muestra con delicadeza lo que creíamos conocer perfectamente, desafiando nuestras percepciones hasta el final del amor. Celebrando la unión en el amor, nos invita a bailar eternamente con ternura y profundidad, conectándonos tanto en lo terrenal como en lo sublime.
El baile nos lleva hacia un futuro lleno de esperanza, hacia la llegada de nuevos seres que anhelan nacer y crecer en este mundo. Atravesamos juntos las cortinas de tiempo que nuestros besos han desgastado, levantando un refugio incluso cuando todo parece desgarrado. Y en ese íntimo contacto, ya sea con la piel desnuda o con guantes, el baile nos conduce a la plenitud del amor, nos guía suavemente hacia su esencia, una y otra vez. Es un canto a la belleza, a la pasión, y a la eternidad del amor en movimiento.
