ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En esta dulce melodía de Los Diamantes de Ojinaga, se dibuja el retrato de un caballero dedicado, gentil y atento hacia su amada. Con una mirada tierna y delicada, se entrega a protegerla y complacerla en cada instante. En los días otoñales, cubre sus hombros con su abrigo, mientras le dedica piropos que hacen brillar su sonrisa.
Abrir la puerta del coche para ella, cantarle versos al oído y recordarle su belleza, son gestos que no pasan desapercibidos. Expresar con sinceridad cuánto la ama, es esencial para nutrir su corazón y mantener viva la llama del amor. El caballero no se olvida de llenar su mundo de sorpresas y detalles, como en la primera cita, porque sabe que toda dama lo merece.
Con una rosa hace que su rostro se ilumine, y está dispuesto a darle toda su vida a esa mujer especial. Sabiendo que ella sabrá recompensar cada gesto con el más bello sentimiento. Así, con serenatas bajo la luz de una fogata y robándole un beso con delicadeza, sigue demostrando su amor y dedicación.
En cada verso, en cada acción, en cada gesto, se refleja el profundo respeto y admiración que el caballero siente por su amada. Porque, al final del día, toda dama, con su gracia y ternura, merece ser tratada con el más puro y sincero amor. ¡Que bella melodía llena de ternura y romanticismo!