ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Manuelita, la tortuga tan querida, nos cuenta su historia con un acento de hazaña. Originaria de Pehuajó, un día decidió emprender un viaje hacia París sin explicación aparente, combinando tramos de caminata con otros de tranquilo paseo. Con su llamativo traje de malaquita y su andar valiente, se convirtió en un enigma en movimiento.
Una vez en París, Manuelita experimentó un amorío con un tortugo de paso fugaz, generando en ella dudas sobre su apariencia. Con esperanzas de ser embellecida, se sometió a una transformación en una tintorería parisina, donde la cubrieron de barniz, la plancharon con esmero y le otorgaron un nuevo look con peluquita y botines elegantes, todo esto con una dosis de amor propio y paciencia europea.
Sin embargo, el largo viaje de retorno a Pehuajó causó estragos en su aspecto rejuvenecido, volviendo a su estado original arrugado. A pesar de todo, regresó con el objetivo claro en su mente: encontrar a su tortugo amado que la esperaba en su hogar. La historia de Manuelita nos enseña que, a pesar de los cambios y las apariencias, el amor verdadero aguarda pacientemente en el lugar donde pertenecemos.