ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Perder el norte, extraviarse en los laberintos donde la espalda pierde su nombre y adquiere un nuevo significado, perder el compás, la compostura, el control, pero jamás perder la pasión por sentirse vivo cuando existen motivos que encienden esa llama interna. Perder la cordura en el fragor de una discusión, enredarse en el laberinto de la vida, perderse en la mirada profunda que penetra el alma como fusiles apuntando al corazón sin titubeos.
Perder el aliento ante la intensidad de los sentimientos, perder el miedo al miedo, sumergirse en el caótico pero dulce desorden del amor, perderse en los pequeños momentos que construyen la eternidad. Perderse en la piel del otro, en el laberinto mágico de la mutua comprensión, en los juegos de palabras que dibujan un universo propio. Perderse y encontrarse mutuamente en un ciclo eterno de reencuentros, dejando que el mundo gire a su ritmo mientras solo importa el vínculo único que los une.
Proclamarse campeones de invierno en medio de los momentos oscuros, perderse en los detalles íntimos que solo ellos entienden, en el baile de las nomenclaturas personales que solo ellos comparten. Perderse en el universo del otro, navegar por las aguas turbulentas de la pasión y la entrega total, perderse y encontrarse una y otra vez en la danza eterna de la vida compartida.
Perderse solo para reencontrarse, para descubrirse más profundamente, para tejer juntos una historia que desafía el tiempo y el espacio. Dejar que el fuego arda sin restricciones, sin límites, sin miedos, en medio de un mundo que gira sin importarles, porque en su universo único solo existen ellos dos y el amor que los une.
