ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En un camino desconocido lejos de casa, donde los buitres vuelan en círculos y los vientos del norte nos persiguen, nuestras sombras se pierden entre montañas y nuestras almas insensibles buscan su camino entre ojos desesperados que anhelan el horizonte al amanecer.
Nos reconocemos como los hijos olvidados y las hijas que no pertenecen a nadie, solos bajo el sol trabajando para completar lo que otros dejaron sin hacer. En medio de súplicas sin respuesta y señales de fuego que queman sin piedad, cuestionamos si nuestra espera es en vano con labios sellados y oídos embotados por la constante insatisfacción.
A pesar de todo, nos aferramos a la esperanza, vislumbrando luces en la distancia que nos llaman a levantarnos cuando el cielo se torna gris. En cada paso persistente encontramos la promesa de un futuro mejor, recordando que nunca caeremos si seguimos esperando por algo más, por algo mejor.
Porque somos los hijos olvidados, las hijas que no encuentran su lugar, pero no nos detenemos en nuestra labor de completar lo que otros descuidaron. Al final, somos los hijos olvidados, trabajando incansablemente para remediar lo que quedó sin hacer, para llenar ese vacío que ha sido ignorado por demasiado tiempo.