ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Cuando era pequeña, tenía 5 años y disfrutaba de los días frescos con mi abrigo puesto. Escuchaba tu risa, veía tu sonrisa, corría y jugaba. Observábamos cómo los árboles cambiaban en otoño, y aunque no entendía por qué, sabía que no debía tener miedo porque estabas conmigo. En ese entonces, compartíamos momentos mágicos, abrazándote y sintiéndome segura mientras caminábamos juntos de regreso a casa.
Luego, al cumplir 13 años, me enfrenté a la crueldad de mis amigos, pero tú siempre estuviste allí para secar mis lágrimas y llevarme lejos en el auto. En esos viajes, olvidaba mis preocupaciones y me sumergía en la complicidad de nuestras conversaciones y risas. A pesar de los desafíos, en esos instantes encontraba consuelo y alegría, sabiendo que estaba viviendo los mejores días a tu lado.
Mi padre siempre ha sido mi roca, su fortaleza me ha hecho más fuerte. Y aunque la distancia y el tiempo puedan separarnos, sé que crecí en un hogar lleno de amor y libertad, donde cada rincón era un lugar para correr y jugar. Recuerdo un video antiguo, cuando era una niña de 3 años, dibujando contigo en la cocina. Me enseñaste a ver la magia en las cosas simples, a valorar cada momento juntos.
Ahora comprendo por qué los árboles cambian en otoño, y sé que tú siempre has estado a mi lado, incluso cuando cometía errores. Te agradezco por darme tu amor incondicional, por ser mi apoyo silencioso y mi guía en la oscuridad. Aprovecho este instante para decirte que, sin importar lo que venga, siempre recordaré haber tenido los mejores días a tu lado. Hoy y siempre, gracias por ser mi pilar, mi cómplice y mi mayor inspiración.
