ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Desde muy pequeño, siempre había soñado con tener un caballo que fuera el mejor. Un noble corcel que fuera el más grande y bueno para la silla, uno en el que pudiera montar con orgullo. Observaba a los adinerados paseando en las calles y los seguía, pidiendo el simple favor de cuidar de sus caballos a cambio de una vuelta. No importaba lo frías que fueran las noches ni lo difícil que fuera vender de esquina en esquina en busca de honor, él sabía en lo más profundo de su ser que llegaría el día en que tendría su propio caballo, el mejor de todos.
A pesar de las dificultades y de su carencia de recursos, no se consideraba un iluso por su constante deseo de superación. Esta era su historia y no podía hacer nada más que perseverar. Sin dinero ni comida, pero con un corazón rebosante de sueños, anhelaba un caballo, un deseo que parecía inalcanzable.
Fueron muchas las noches frías, las vueltas por las calles, vendiendo de todo para alcanzar su objetivo. Pero en lo más profundo de su ser, tenía la certeza de que llegado el momento, tendría su propio caballo, el mejor de todos. Yeison Jiménez comparte esta emotiva historia con cariño y respeto, agradeciendo a sus amigos Alirio Figueroa y Rafael Muñoz por ser parte de esta travesía emocional.
