ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En medio de la oscuridad de la noche, en ese trozo de tiempo donde la realidad y los sueños se entrelazan, nos encontramos con un alma despierta. Son las cuatro de la mañana y la melodía de 'Las 4 De La Mañana' de Yeison Jimenez nos invita a sumergirnos en un relato de desenfreno y libertad.
El protagonista de esta historia se entrega al trago, desafiando la madrugada con determinación. Acompañado por el cantinero, no tiene reparos en disfrutar el momento sin preocuparse por el mañana. Su actitud desenfadada demuestra que su sed de vida se alimenta de la libertad y el instante presente.
A pesar de los posibles juicios o prejuicios, el narrador se justifica con dignidad. No bebe por desamor ni por problemas, lo hace simplemente porque le place. Su trabajo le brinda la posibilidad de vivir a su manera, sin depender de nadie más que de sí mismo.
La narrativa nos sumerge en un retrato de experiencias pasadas, donde los amores y las amistades han dejado huellas imborrables. Entre nostalgias y recuerdos, el protagonista se aferra al presente, decidido a vivir el momento sin ataduras ni remordimientos.
El canto del pueblo se convierte en un eco de aceptación y comprensión, que se extiende más allá de las apariencias. Cada trago, cada nota de la canción, es un recordatorio de que la vida merece ser vivida con intensidad y sin temores.
Al final, entre la bruma de la borrachera y la luz de un nuevo amanecer, queda la certeza de que esta es la vida que se merece. Con la corbata desajustada y la mente en calma, el protagonista se sumerge en la noche, sabiendo que, al final del día, lo único que importa es vivir con autenticidad y plenitud.
