ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Escucha la historia de Isaac: un relato conmovedor de un padre y su hijo, lleno de simbolismo y poder. La puerta se abrió lentamente, y entró mi padre, imponente, rodeado de una aura de autoridad. Yo, con mis nueve años, lo miraba, sus ojos azules brillaban con intensidad, su voz fría y firme. Me dijo que había tenido una visión, que debía cumplir con lo ordenado. Comenzó a subir la montaña, yo corría mientras él caminaba con calma, su hacha de oro en mano.
Los árboles se tornaban cada vez más pequeños, el lago reflejaba como un espejo a la dama. Nos detuvimos a beber vino, luego él lanzó la botella que se rompió al instante, y posó su mano sobre la mía. Creí ver un águila, aunque podría haber sido un buitre, nunca pude decidir. Mi padre construyó un altar, miró una vez por encima del hombro, sabía que no me escondería.
Aquellos que erigen altares para sacrificar a los niños, ya no deben hacerlo. Un plan no es una visión, nunca han sido tentados por un demonio o un dios. Los que ahora se sitúan por encima de ellos, con sus hachas embotadas y bañadas en sangre, nunca estuvieron allí cuando yacía en la montaña, con la mano de mi padre temblando por la belleza de la palabra.
Si me llamas hermano, perdóname si pregunto, ¿según cuál plan? Cuando todo se desvanezca en polvo, te mataré si es necesario, te ayudaré si puedo. Y que la misericordia recaiga sobre nuestro uniforme, ya sea hombre de paz o de guerra, el pavo real despliega su abanico.