ANÁLISIS | SIGNIFICADO

En una pequeña fonda con encanto que parecía más un restaurante, decidí alimentar mi hambre con unos tacos. El estómago rugía con fuerza, pero más fuerte era el impulso de aplacarlo. De repente, una elegante morena se acercó a mí con una sonrisa radiante y me ofreció su ayuda, asegurándome que podía pedir lo que quisiera, ya que ella era la mesera del lugar.

Al ver a esa joven, los tacos pasaron a segundo plano y sin pensarlo mucho le pedí cerveza y dos platos de pollo. Le sugerí que se sentara conmigo para disfrutar juntos un rato agradable. Curioso, le pregunté si estaba casada, a lo que respondió que vivía sola. Antes de poder continuar la conversación, me propuso ponerle un peso a la pianola para que sonara música y así disfrutar aún más del momento.

Perdimos la cuenta de cuántas cervezas tomamos, tanto yo como mi amiga la mesera. Bailamos animadamente, casi en un estado de alegría plena. Nos atrevimos a bailar diferentes ritmos, desde el Carro Rojo hasta la Camelia, sumergiéndonos en una velada de diversión y camaradería.

Cuando la noche cayó, le pregunté a qué hora cerraban. Con voz suave, me confesó que no había prisa, y que incluso podríamos bailar una polca si llevaba algunos dólares para hacerlo más divertido. Fue así como entre risas y música, vivimos una noche inolvidable, donde la comida quedó en segundo plano y la compañía de la mesera se convirtió en el mejor plato de la velada.

Letra de La mesera
Vídeo de La mesera