ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En el bullicio de la quinta avenida, se abren sigilosas las flores nocturnas, esperando a los transeúntes cansados que van hacia el hotel en busca de reposo. Estas flores, envalentonadas en la oscuridad, susurran secretos y complicidades, emitiendo un perfume embriagador y ominoso.
Uno se pregunta quién sembró con tanta destreza esta diversidad de flora noctámbula en la quinta avenida, cuál es su origen y quién las cuida con tanto esmero. ¿Qué nutre sus raíces para que florezcan con un aire tan salvaje? ¿Dónde se esconde la fuente de su misterio?
Las flores rompen las barreras de lo prohibido, conocedoras de verdades ocultas que escapan a nuestro entendimiento. Enlazan sus sueños en guirnaldas de desesperanza, como campanillas que tañen el deseo insatisfecho. Son testigos mudos de historias de amor efímero, consumidas por un fuego que apenas les da brillo.
Crecen, rebotan, estallan en la quinta avenida, para ser arrancadas y llevadas por la brisa nocturna. Se dice que ser flor es un oficio duro y cruento, cuando sus delicados pétalos se marchitan bajo la implacable luz del sol. Son las pálidas flores nocturnas, símbolos de desencanto y desilusión en un mundo que desecha lo efímero y lo bello.
