Jerusalén año cero de Silvio Rodríguez

Jerusalén año cero

Silvio Rodríguez

ANÁLISIS | SIGNIFICADO

En medio de Jerusalén, en un tiempo donde las verdades y rumores se mezclaban como hilos de una telaraña, se cuenta la historia de un hombre cuya presencia marcó un antes y un después. Dicen que llegó a la ciudad santa siendo de día, con una túnica blanca y el reflejo de un ave en sus ojos. Bajo el cielo inclemente de aquel tiempo de tumbas y flautas, de mercaderes y legiones romanas, su palabra sencilla resonaba en las calles, atrayendo a los humildes y desafiando a los poderosos.

Le llamaban el Rey de los judíos, el Hijo de los hombres, el Cristo, el Nazareno. En Jerusalén año cero, todo cambió con su paso. En Nazaret y en el caserío de Belén, se tejían los hilos de un destino que desafiaría al imperio y pondría en jaque a los guardianes del dogma. Él hablaba de igualdad, de compartir entre pastores y de cuidarse de los lobos que acechaban en las sombras.

Pero su mensaje de amor y luz no fue bien recibido por todos. En los templos del poder, su voz se convirtió en un desafío, en una amenaza que debía ser acallada. Así, entre acusaciones de magia y hechicería, fue clavado en la madera, en un acto de violencia que buscaba sofocar su verdad.

Aún así, su legado perdura en las calles de Jerusalén, en el eco de sus enseñanzas y en la memoria de aquellos que reconocen en él al verdadero Rey de los judíos, al Hijo de los hombres, al Cristo, al Nazareno. Y así, en esa Jerusalén donde el tiempo se detuvo un instante, la historia se entrelaza con la leyenda, recordándonos que incluso en el silencio más profundo, la verdad siempre encuentra su camino hacia la luz.

Letra de Jerusalén año cero
Vídeo de Jerusalén año cero