ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Una vez que pasa esa juventud efímera de los 22 años, la oscuridad más profunda parece envolverlo todo. Es ese momento de transición, el tiempo del terror que acecha en la penumbra. Todo se renueva, un país distinto, amigos nuevos, una casa que no parece la misma, incluso los ojos reflejan una nueva realidad. Pero a pesar de ese cambio, el miedo persiste, arraigado en lo más antiguo de la humanidad.
Es como despedirse de las emociones que antes llenaban la vida, los momentos buenos y malos que el amor traía consigo. Es dejar atrás una existencia libre de dolor y dar la bienvenida a la sabiduría que traen los años. Los secretos de los ancianos son como tumbas selladas, revelando un pasado en el que el amor se perdió y se extravió por el camino.
Las lágrimas brotan al darse cuenta de cuánto se ha vivido y cuánto se ha callado en silencio. Los pensamientos se agolpan en la mente, como un torbellino incontrolable. Las experiencias se acumulan, se pliegan y se vuelven memorias que moldean el presente. Y en medio de ese caos emocional, queda la pregunta resonando en el aire: ¿Qué se ha hecho, qué hemos hecho con el amor que se perdió en algún momento en el vasto telar del tiempo?