ANÁLISIS | SIGNIFICADO

En la vibrante melodía de Joaquín Sabina, encontramos la cruda realidad de un mundo donde los clubes bulliciosos chisporrotean con la energía de jóvenes perdidos en pastillas de colores. En medio de un siglo XX exhausto de malos tragos, nos sumergimos en un mar de desamores que lo consumen todo.

Los encantadores de la selva urbana resurgen para invertir en nuestros pecados, mientras los traficantes de ilusiones hacen su agosto en un supermercado de sueños rotos. Es un escenario donde la mentira se erige como reina, desplazando a la verdad que se desvanece como castillo de arena en la brisa inquieta.

Entre autopistas de libertad y cadenas invisibles, el deseo brota con fuerza en las palabras entrecortadas de Sabina. Un ansia desesperada de proclamar un amor que se desborda en el corazón, desafiando al destino que acecha con venganza. Porque, en medio de la rutina diaria, saltamos de la cama sobre arenas movedizas, luchando por mantener viva la llama de un amor que amenaza con consumirse en cenizas.

En un mundo donde el frío viento de la humillación envilece cada contacto, Sabina clama con intensidad su deseo de confesar un sentimiento que lo consume. Prefiere la batalla de la pasión a la soledad del invierno, busca aferrarse a la guerra compartida antes que sucumbir a la desolación de la ausencia.

Así, con una mezcla de desesperación y esperanza, el cantautor nos invita a sumergirnos en un torbellino de emociones, donde el anhelo de amar y ser amado se convierte en un grito de resistencia contra un destino implacable. Una canción que vibra con la intensidad del deseo y la fuerza del corazón que se niega a rendirse ante las adversidades de la vida.

Letra de Ganas de
Vídeo de Ganas de