ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En la misteriosa abarrotería de amor, ubicada en una casa color ladrillo con un faro rojo en la puerta y un letrero amarillo, se guardaban secretos y pasiones intensas. Allí, se podía conocer el sabor de una cama compartida con damas sin nombre y el fantasma de la virginidad. En este lugar, el ahorro perdía su dignidad y se rompían alcancías en busca de experiencias únicas.
Sin preocupaciones ni complicaciones, se podía entrar sin enfrentar celos, suegras, cuñados o abogados molestos. En la abarrotería de amor reinaba la democracia, no importaba la edad ni la clase social, bastaba con cumplir con la tarifa para obtener un pedacito de cielo, cuatro besos, medio kilo de amor, dos abrazos y un litro de sudor.
Entre sus clientes se encontraban desde un maestro de escuela, un ginecólogo, un intelectual hasta cantautores borrachos y un gobernador. Todo se desenvolvía de forma natural y sin nerviosismo, como lo experimentó un joven al adentrarse en el cuarto de una chica vestida de rojo y salir convertido en un verdadero caballero.
En un mundo donde la educación tradicional omitió enseñar sobre el amor, la abarrotería de amor se presentaba como un refugio sin complicaciones ni etiquetas, donde se podía disfrutar de momentos de intimidad y pasión sin juicios. Un lugar donde cada persona podía encontrar su propio paraíso, con dosis de cariño, afecto y entrega. Un verdadero oasis de amor en medio de la cotidianidad.