ANÁLISIS | SIGNIFICADO
Sobre el suave planeo del albatros, suspendido en el cielo, y en los misteriosos confines bajo las ondulantes olas, donde los corales forman laberintos de cuevas, resuena el eco de un tiempo lejano que se desliza a través de la arena. Todo se tiñe de verde y se sumerge en lo submarino, donde nadie nos ha mostrado la superficie, sin saber con certeza el dónde ni el porqué. Algo se agita en lo más profundo, ansioso por ascender hacia la luz.
En el trajín de la calle, dos extraños se cruzan por casualidad y en el instante en que sus miradas se encuentran, yo soy tú y quien veo es a mí. Tomándote de la mano, te guío a través de la travesía, buscando comprender lo mejor que puedo, sin que nadie nos llame a avanzar o nada nos obligue a cerrar los ojos. En silencio desafiante, sin intentos ni vuelos alrededor del sol, apareces ante mis ojos despiertos cada día, invitándome a ascender.
A través de la ventana en la pared, la luz solar irrumpe trayendo consigo un millón de embajadores matutinos resplandecientes. Sin canciones de cuna que me arrullen ni fuerzas que me cierren los ojos, lanzo la ventana lejos y te llamo a través del vasto cielo, en un intento de conectarnos más allá de lo tangible y lo visible.
